domingo, 18 de diciembre de 2011

VALLADOLID ES INAGOTABLE

Realmente lo es. Y eso que yo apenas la conozco, pero recuerdo de ella, por ejemplo, el frío que pasé en mi motito de 125cc yendo a la concentración esta de moteros de pingüinos.


Pero lo que a mi más me gusta de la ciudad es la estupenda escultura de Benlliure que es un homenaje a la Caballería. Vemos en bronce, lanzados en una cabalgada fantástica que nos deja imaginarnos el estrépito de los cascos de los caballos contra el suelo morriones de hace siglos y chambergos de antes de ayer. Supongo que la mezcla de Benlliure, caballos y soldados de caballería se combina en mi cabeza de una forma que me resulta irresistible.



Estando en el Congo leí un libro apasionante acerca del desastre de Annual que tenía el previsible título de "El Desastre de Annual", escrito por Ricardo Fernández de la Reguera y Susana March. Tiene formato de novela y no lo pude soltar hasta terminarlo, a pesar de que la dureza de los hechos que relata me dieron, ¡a mis años! más de una mala noche. Reconozco que he visto en sueños los cuerpos mutilados de Igueriben y la desolación agusanada de Monte Arruit.



Pues, con todo, me pareció una lectura apasionante y recomendable, que enseña en un formato sencillo un episodio de nuestra historia para muchos desconocido y que creo que es imdispensable a los doce o trece años. Bueno..., tal vez catorce. Yo que en mi primera adolescencia creía que nada podía superar a Beau Geste y Beau Sabreur ahora pienso que con El Desastre de Annual y el Diario de una Bandera tenemos literatura de aventuras para inflamar los corazones más exigentes con la ventaja de que sus héroes son de verdad y españoles. Ahora siempre hay pegada en alguna pared de mi casa una imagen del Regimiento Alcántara en el Río Igán con D. Fernando Primo de Rivera cargando al frente de sus hombres.






sábado, 17 de diciembre de 2011

Por los alrededores de Valladolid

Hace poco hicimos una escapada a Valladolid y sus alrededores. Era zona por desconocida para nosotros, llena de rincones para explorar, como habíamos comprobado con algunas conversaciones con quiénes conocen bien la zona. El viaje desde Madrid es especialmente cómodo, porque no deja uno la autopista más que para hacer las incursiones necesarias. Como tenemos tres hijos, el plan suele ser bien sencillo: hay que ver cosas que les interesen pero de las que puedan aprender historia de España. Así que eso significa que debe haber algún castillo en el camino.

Si hay dos, mejor que mejor. Castilla la Vieja da muchas facilidades en ese sentido: los castillos de Arévalo, Medina del Campo o el de Coca, están a tiro de piedra de la autopista. Es cierto que si uno quiere ver tanta cosa, tiene que madrugar algo. En el caso de mi familia suele ser una misión imposible. Así que el plan fue ver el de Coca a la ida y los otros dos a la vuelta, al día siguiente.


Por el camino comimos de bocatas, que la cosa no está para hacer muchos dispendios, y proseguimos con la intención de ver Wamba y la Santa Espina por la tarde. Ambas están al noroeste de Valladolid y esconden tesoros increíbles. En especial la primera. Sólo que lleve el nombre de un rey godo la haría especial, pero su pequeña iglesia románica, realmente bellísima, es un atractivo especial. Sin embargo, el mayor tesoro de dicha iglesia está escondido en una habitación no muy grande. Se trata del osario de Wamba, que alguno dirá que es siniestro, pero que fascinó a nuestros hijos dejándolos boquiabiertos. Al parecer la orden del Temple tenía allí un hospital en la edad media y, al tener que levantar el cementerio, se guardaron los restos de los esqueletos en esa estancia. Con el tiempo Gregorio Marañón pidió parte del osario para las facultades de medicina y, aún así, lo que queda le deja a uno sobrecogido. Visita sorprendente.

Un poco más allá, siguiendo una carretera que sale de Wamba, llegamos a la Santa Espina, monasterio del siglo XVI en el que se guarda esa reliquia. Bello edificio, evidentemente construido a lo largo de varios siglos, tiene bellas capillas y también alberga una hospedería. un lugar hermosísimo y en el que hay mucha historia que contar a los niños.
Por la noche llegamos a Valladolid. Nos hospedamos en un Novotel, cadena francesa que ha apostado por el turismo familiar y en el que tuvimos dos habitaciones dobles comunicadas. No sé que harán las familias numerosas de más de tres hijos, pero para nosotros esta es la mejor opción después del turismo rural, que también frecuentamos cuando podemos. Habitaciones modernas y cómodas con el desayuno buffet incluido y a buen precio. Eso sí, no está en el centro de Valladolid precisamente, pero para eso tenemos todos coche.
Por la mañana, a misa a la Catedral, bastante fría y sin feligreses, y paseo por la ciudad. Menos monumental de lo que la suponía, tiene un rincón fascinante alrededor del Museo Nacional de Escultura, conformado por la Iglesia Conventual de San Pablo y el propio museo, instalado en el Colegio de San Gregorio. 

No sabría decir si su estilo es más gótico tardío que otra cosa, pero es un típico ejemplo de la arquitectura del período de los Reyes Católicos (¿hispano-flamenco?). Se queda uno con la boca abierta, vamos. Dentro, ejemplos sin fin de imaginería española. Estas tallas de madera a las que no se les acaba de dar la importancia que yo creo que tienen. También de quedarse con la boca abierta. 

El gato con botas


El cine moderno de animación se ha llenado de películas divertidas tanto para niños como para mayores. Es cierto que hay que hacer "cierto" esfuerzo de "desconexión mental" (digámoslo así), para disfrutar completamente de ellas, pero ¿quién no esconde aún el niño que fue?
"Madagascar", "Kung fu Panda" o cualquiera de los productos Pixar, son ejemplos de este cine que es intencionadamente familiar. Eso no quiere decir que muchos de estos productos no se vean influidos por otra tendencia también en auge: la de introducir algún grado de transgresión. Los Simpson estrenaron la nueva tendencia para un gran público que aceptó, en mi opinión de manera irresponsable, que sus hijos de cualquier edad eran los suficientemente maduros como para asimilar al borracho Moe, al retorcido Mr. Barns o, directamente, al zafio Homer.  El éxito trajo consigo los imitadores, y los estudios de animación siguieron esa estela con carnazas del estilo de "Padre de Familia" o "Padre made in USA", muy aplaudidas por un público adulto al que le agrada la destrucción y derribo de lo tradicional tanto como el feísmo.
Una incursión en la gran pantalla de esta tendencia, con un registro más suave, fue Shrek. Sin embargo, cada nueva edición del ogro verde, fue edulcorando cada vez más el mensaje, hasta hacerlo completamente digerible por todos los públicos.
De Shrek, precisamente, nos ha llegado este último mes una secuela protagonizada por un personaje secundario, "El Gato con Botas". Es un producto bastante inofensivo, que ensalza los valores de la amistad y el perdón, pero que no puede renunciar a cierto grado de vitriolo que, la verdad, sólo se explica porque habrá adultos en la sala. Pasando por encima de algún chiste grueso y de comentarios que sólo comprenden los padres, queda una cinta muy entretenida y dinámica, en la que la animación resulta resultona y el doblaje de Antonio Banderas realmente excelente. Una película recomendable pero en la que algún padre puede sentirse molesto por alguna broma

martes, 6 de diciembre de 2011

La familia: plataforma de despegue


Hace unos días ha estado por España el charlatán Alejandro Jodorowsky, ese pseudo-intelectual  admirado por algunas "elites" que se dicen pensantes, y que se ha movido siempre entre el esoterismo y lo directamente incomprensible. Jodorowsky se ha hecho famoso de muchas maneras, porque ha escrito novelas, libros de autoayuda, como el que vino a vender a nuestro país, guiones de comics, trabajado como actor o dirigido  películas. Su negocio ha sido siempre el de venderse a sí mismo como sabiduría superior, arropado por su indudable talento como comunicador, y se ha visto favorecido por la ingenuidad de los que necesitan sentirse elevados intelectualmente por mitos y misterios infantiles tanto como por frases y razonamientos ampulosos y vacíos.
Pues bien, este genio de la nada  vacua y aguada, añade a su  ideario de psico-magia un nuevo elemento: la metagenealogía, por la cual pretende darle a la gente un método para "ayudan a tomar conciencia de la tradición familiar que pesa sobre uno y a sanarlo. Una vez que se comprende la influencia que ha ejercido en nosotros la vida de bisabuelos, abuelos, padres, tío o hermanos; o como la imposición de ideas y tabúes familiares han obstaculizado la expansión de nuestro Yo esencial desde niños". Vamos, que eso de la familia es malo malísimo de la muerte (en definitiva), porque, como también decía "todos los problemas vienen de la familia".
¡Ay, pero que cansinos son algunos! Yo no se que es lo que ha vivido la gente por ahí. Supongo que habrá de todo, pero yo estoy ya bastante hartito de este ataque y derribo de la familia como lugar común, como costumbre, cualquiera que sea la excusa. En este caso le toca al pseudo-mago, pero en otros es la serie de televisión, la obra de teatro, la película o el chascarrillo de bar. La familia es un horror, nos dicen, la influencia de los padres es castrante, las suegras son insoportables y los cuñados no se sabe para qué sirven, con los hermanos sólo tienes peleas, los abuelos están todos gagás y los hijos son una maldición bíblica.
¡Pues no! Ni de coña. En la mayor parte de las familias, los padres aman a sus hijos, les alientan, les educan, les civilizan, les entrenan y les preparan para lo que viene. En la mayor parte de las familias, los hermanos pasan muchísimo más tiempo jugando que peleando, riéndose que riñiendose. En la mayor parte de las familias, los abuelos, a pesar de las averías, están ahí para sostener el edificio y posar una mirada satisfecha sobre los nietos. En la mayor parte de las familias, la familia política no es un cataclismo y hay cuñados que se convierten en los mejores amigos.
La familia es nuestra primera historia, el primer molde en el que nos hacemos, nuestra plataforma de despegue para convertirnos en personas maduras, en aventureros de nuestras vidas. Sin la familia, sería imposible que lo fuéramos. Son nuestros padres los que orientan nuestro descubrimiento del mundo y se desgastan hasta el agotamiento para que nuestras capacidades se desplieguen. Los que se desvelan y trabajan como burros para que estemos en una peldaño más alto que el que les tocó a ellos, para lanzarnos a vivir. Los que construyen el mundo que heredamos. Ninguna "metagenealogía" cambiará lo que llevamos dentro metido hasta los tuétanos, sino que añadiría sólo un pegote ideológico en nuestra alma.
La familia ha sido a lo largo de la historia una tradición virtuosa que se destruye cuando a la gente le da por hacer experimentos con sus vidas. Pero ese es otro problema. De ese no tiene culpa la familia, sino la promesa falsa de que la vida no tiene por qué ser sacrificada, ni esforzada. Que debemos poner el placer por delante de la responsabilidad y la felicidad.
Yo no tengo miedo por la familia. Me parece un invento tan genial, tan profundo, tan adecuado al ser humano, tan fascinante, que sé que no puede desaparecer. Pero hay que defenderlo y promocionarlo. Para eso nace "FamiliayPeques".