martes, 6 de diciembre de 2011

La familia: plataforma de despegue


Hace unos días ha estado por España el charlatán Alejandro Jodorowsky, ese pseudo-intelectual  admirado por algunas "elites" que se dicen pensantes, y que se ha movido siempre entre el esoterismo y lo directamente incomprensible. Jodorowsky se ha hecho famoso de muchas maneras, porque ha escrito novelas, libros de autoayuda, como el que vino a vender a nuestro país, guiones de comics, trabajado como actor o dirigido  películas. Su negocio ha sido siempre el de venderse a sí mismo como sabiduría superior, arropado por su indudable talento como comunicador, y se ha visto favorecido por la ingenuidad de los que necesitan sentirse elevados intelectualmente por mitos y misterios infantiles tanto como por frases y razonamientos ampulosos y vacíos.
Pues bien, este genio de la nada  vacua y aguada, añade a su  ideario de psico-magia un nuevo elemento: la metagenealogía, por la cual pretende darle a la gente un método para "ayudan a tomar conciencia de la tradición familiar que pesa sobre uno y a sanarlo. Una vez que se comprende la influencia que ha ejercido en nosotros la vida de bisabuelos, abuelos, padres, tío o hermanos; o como la imposición de ideas y tabúes familiares han obstaculizado la expansión de nuestro Yo esencial desde niños". Vamos, que eso de la familia es malo malísimo de la muerte (en definitiva), porque, como también decía "todos los problemas vienen de la familia".
¡Ay, pero que cansinos son algunos! Yo no se que es lo que ha vivido la gente por ahí. Supongo que habrá de todo, pero yo estoy ya bastante hartito de este ataque y derribo de la familia como lugar común, como costumbre, cualquiera que sea la excusa. En este caso le toca al pseudo-mago, pero en otros es la serie de televisión, la obra de teatro, la película o el chascarrillo de bar. La familia es un horror, nos dicen, la influencia de los padres es castrante, las suegras son insoportables y los cuñados no se sabe para qué sirven, con los hermanos sólo tienes peleas, los abuelos están todos gagás y los hijos son una maldición bíblica.
¡Pues no! Ni de coña. En la mayor parte de las familias, los padres aman a sus hijos, les alientan, les educan, les civilizan, les entrenan y les preparan para lo que viene. En la mayor parte de las familias, los hermanos pasan muchísimo más tiempo jugando que peleando, riéndose que riñiendose. En la mayor parte de las familias, los abuelos, a pesar de las averías, están ahí para sostener el edificio y posar una mirada satisfecha sobre los nietos. En la mayor parte de las familias, la familia política no es un cataclismo y hay cuñados que se convierten en los mejores amigos.
La familia es nuestra primera historia, el primer molde en el que nos hacemos, nuestra plataforma de despegue para convertirnos en personas maduras, en aventureros de nuestras vidas. Sin la familia, sería imposible que lo fuéramos. Son nuestros padres los que orientan nuestro descubrimiento del mundo y se desgastan hasta el agotamiento para que nuestras capacidades se desplieguen. Los que se desvelan y trabajan como burros para que estemos en una peldaño más alto que el que les tocó a ellos, para lanzarnos a vivir. Los que construyen el mundo que heredamos. Ninguna "metagenealogía" cambiará lo que llevamos dentro metido hasta los tuétanos, sino que añadiría sólo un pegote ideológico en nuestra alma.
La familia ha sido a lo largo de la historia una tradición virtuosa que se destruye cuando a la gente le da por hacer experimentos con sus vidas. Pero ese es otro problema. De ese no tiene culpa la familia, sino la promesa falsa de que la vida no tiene por qué ser sacrificada, ni esforzada. Que debemos poner el placer por delante de la responsabilidad y la felicidad.
Yo no tengo miedo por la familia. Me parece un invento tan genial, tan profundo, tan adecuado al ser humano, tan fascinante, que sé que no puede desaparecer. Pero hay que defenderlo y promocionarlo. Para eso nace "FamiliayPeques".

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